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Testimonios de transformación social y superación

El deporte como estilo de vida

 

Desde hace seis años, Juan Esteban Ramírez, periodista y duatleta, comenzó con su trayectoria en el deporte, cuando consiguió su primer trabajo y comenzó a ahorrar para adquirir su primera bicicleta todoterreno. Para él, adquirirla marcó un gran cambio en su vida, pues antes se consideraba una persona sedentaria y desde ese momento comenzó a desarrollar actitudes como la disciplina y el compromiso, no solo con el deporte, sino también en su vida personal, profesional y amorosa.  

 

Cuando tuvo su bicicleta lo primero que hizo fue buscar grupos de ciclo montañismo en internet, lo que lo llevaría a Puro Pedal, una escuela de ciclismo antioqueña enfocada al de ruta y al de montaña. Desde ahí comenzó a establecer una rutina, en la que cada ocho días salía con sus compañeros a recorrer senderos y trochas de la región. Cada vez era más constante y en ese momento notó que cuando hacía deporte tenía más vitalidad, más energía y entusiasmo de seguir retándose y saber hasta dónde podría llegar.  

 

En este nuevo mundo del deporte conoció al atleta Jefferson Quiroz y en medio de una apuesta que hicieron mientras iban al municipio de Coveñas en bicicleta, se desafiaron para realizar una maratón. Juan Esteban nunca lo había hecho, pero se preparó y ganó, lo que le permitió saber que también era bueno como atleta. Fue así como, desde hace dos años, comenzó a involucrarse en estos dos deportes, además del ciclismo de ruta, en el que compite por la carretera, siendo así duatlón aficionado.  

 

Cuando recuerda quién fue la primera persona en involucrarlo en las prácticas deportivas, no duda en describir a su padre, quién desde muy niño le enseñó el ciclismo a través de grandes competencias como el Tour de Francia y la Vuelta a Colombia. Actualmente, son varias las ocasiones en las que salen a montar juntos, en las que reconocen que, aunque es un pasatiempo lo hacen de la mejor manera, exigiéndose y no conformándose.  

 

En su labor como periodista y practicante aficionado tiene una perspectiva positiva de las labores por parte de las entidades gubernamentales con la creación del Ministerio del Deporte, en el año 2019, que permite tener mejor presupuesto, planes y programas, además de enfatizar el deporte como profesión y potencializar los escenarios deportivos.  

 

Juan Esteban espera ser triatleta y para ello practica arduamente la natación para integrarla a su estilo de vida. A través del deporte pudo encontrarse a sí mismo, este ha sido un proceso vital para él, porque lleva una vida sana y positiva a pesar de las adversidades como ser afectado por la enfermedad covid 19, pues ha pasado por esta situación sin problemas o preocupaciones, ve al deporte como aquel escape de la realidad que está atravesando.   

 

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“El deporte transforma vidas porque lo puede alejar de la realidad que está viviendo, de la situación económica o psicológica por la que se esté pasando, además genera disciplina y hábitos que puedan alejar a la persona de ambientes negativos que los amenazan”.  

Juan Esteban Ramírez- Periodista y duatleta aficionado. 

 

 

Luchar para ganar 

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En el municipio del Carmen de Viboral “la cuna de la cerámica artesanal” nació Laura Gómez, quien a sus tres años de edad dio sus primeras rodadas en sus patines de ocho ruedas en los corredores de su hogar, una antigua y espaciosa casa de patios muy grandes característica del oriente antioqueño.  

 

Laura admiraba a su hermano mayor y esa admiración hizo que surgiera esa motivación por el patinaje de carreras mientras lo veía patinar por las calles del Carmen, ilusionándola a imitarlo y ser mejor que él, quien la inscribió en las clases de patinaje que dictaban en el pueblo.  

 

Su carrera deportiva inició cuando tenía cuatro años y unos patines que le había regalado en diciembre su madre, su mayor apoyo. Estuvo en el club del Carmen de Viboral hasta los 14 años de edad, cuando decidió pasarse al club del municipio que limita por el oeste de su pueblo, Leones de Rionegro, en donde había más afición de deportistas y por ende más posibilidades, pero tampoco contaban con una pista profesional para realizar sus entrenamientos.  

 

Allí practicaba en los parqueaderos del Estadio Alberto Grisales hasta que a sus 16 años de edad decidió trasladarse para Medellín al primer club del Área Metropolitana, llamado Paisa Patín. Fue el equipo en el que logró su primera clasificación a la Selección Antioquia de patinaje en el año 2013 y en el que tuvo la oportunidad de participar por un cupo en la Selección Colombia al año siguiente.  

 

El preselectivo se realizó en la ciudad de Cartagena de Indias, en el departamento de Bolívar al cual asistieron nueve campeonas mundiales de las 14 patinadoras que soñaban por un cupo a la Selección Colombia. En aquella oportunidad Laura quedó de quinta en el escalafón y clasificaban las cuatro primeras deportistas, por lo que la desazón de no haber obtenido un puesto no la desanimó a seguir luchando en lo que hasta ese momento era su mayor sueño.  

 

A pesar de las adversidades Laura jamás perdió la fe, pues ni siquiera la falta de apoyo económico, aguantar hambre y los sacrificios que tuvo que hacer durante su formación deportiva le habían apagado su ilusión por convertirse algún día en la mejor patinadora del mundo.  

 

El 2014, traía consigo mejores sensaciones, más ambición y mayor experiencia para afrontar la competencia en busca del tan anhelado cupo a la Selección Colombia. Ese año el preselectivo también se realizó en la ciudad de Cartagena de Indias, por lo que era inevitable no recordar lo que le había acontecido en el año más reciente, pero ella no dejaba que eso la desenfocara y al contrario lo veía como una oportunidad para sacarse la espinita de no haber pasado en su primera participación. 

 

Las competencias iniciaron en la pista del barrio Campestre, en el corazón del “Corralito de Piedra” con la prueba combinada, en la que logró quedar de sexta en la carrera de la mañana y tercera en la de la noche. A lo largo de las otras tres jornadas seguía quedando en los puestos de vanguardia, pero aún no lograba clasificar.  

 

Llegó el día definitivo y su última oportunidad de ingresar por primera vez a la Selección Colombia. Debía quedar como mínimo de segunda o ganarse la competencia en los 5.000 metros individual en la ruta del municipio de Arjona, Bolívar. Laura era la favorita para esta prueba debido a su gran capacidad de resistencia individual, puesto que siempre se había desempeñado mejor en este tipo de competencias que en las grupales.  

 

La oportunidad por la que tanto había luchado dependía exclusivamente de ella para poder conseguirla. Su turno llegó, se paró en la línea de salida bajo el inclemente sol de la costa caribeña y arrancó en busca de su mayor sueño; solo 15 vueltas después de las miles que había dado durante toda su vida la separaban de su cupo a la mejor selección del mundo. 

 

Laura tuvo un paso demoledor durante todo el recorrido y ocupó el primer lugar que le otorgó la posibilidad de alcanzar su mayor sueño y de clasificar directamente a los Juegos Nacionales del 2015 de manera directa para representar al departamento de Antioquia.  

 

Tras dos meses intensos de preparación, Laura aterrizó en Argentina, país sede del mundial de patinaje del año 2014 y lo que sería su primera experiencia como Selección Colombia, pero en la que únicamente tuvo la posibilidad de correr la maratón en el último día de competencia y no obtuvo un buen desempeño.  

Sin embargo, la experiencia adquirida en el mundial le permitió llenarse de confianza y consolidarse como una de las mejores a nivel nacional, tanto así que ha clasificado de manera consecutiva a la Selección Colombia desde su primera participación en este grupo de patinadores.  

 

En el 2019, el año en que se realizó el último mundial de patinaje debido a la pandemia logró obtener hasta ahora su mejor posición a nivel internacional, quedando subcampeona del mundo en la prueba de los 10.000 metros puntos en Barcelona, España a tan solo dos puntos de diferencia del primer lugar y compañera de equipo Johana Viveros.  

 

En el 2021 espera lograr clasificar nuevamente al mundial y mejorar lo hecho en Barcelona para demostrarle al mundo que en la vida nada es imposible y retribuirle de alguna manera todo lo que su madre ha hecho por ella, pues dice que si está en la cúspide del patinaje es porque Dios la premió con un ángel que durante toda su vida fue más madre que mujer.  

 

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El deporte transformó mi vida, me ha dado carácter, me ha enseñado a ser disciplinada y a saber manejar muy bien el tiempo. Además, colocó personas que me han hecho crecer mucho como persona y deportista. 

Laura Gómez Quintero – patinadora de la Selección Colombia  
de patinaje de carreras 

 

 

 

Un giro de 180º

 
Luis Fernando Guevara nació en el mes de las cometas, en el nicho de una familia colombiana, numerosa y folclórica, pues tiene primos que viven desde la alta Guajira al norte del país, hasta el Amazonas, al sur del mismo. Su infancia se vio marcada por el amor de sus padres, el cariño de sus abuelos y la complicidad de su hermana.  

 

A medida que iba creciendo, los padres de Luis percibían sus habilidades y destrezas para el deporte, así que decidieron meterlo a fútbol y baloncesto en un club deportivo cercano a su casa en la Unidad Deportiva María Luisa Calle, mientras que su hermana Daniela practicaba patinaje debido a una recomendación médica por una postura incorrecta al caminar.  

 

En ocasiones, acompañaba a su hermana a las clases y veía cómo le enseñaban las técnicas básicas del patinaje, lo que le pareció curioso y lo motivó a iniciar en este deporte. Al principio lo hizo únicamente por aprender, pero los entrenadores vieron gran potencial en él y lo impulsaron a profesionalizarse en este deporte.  

 

La confianza recibida por parte de los entrenadores sumada a la motivación intrínseca que sentía, provocó la decisión de querer ir más allá y retarse así mismo. Comenzó en el club Paisa Patín, en donde cosechó sus primeros triunfos departamentales a la edad de los siete años.  

 

Su primer campeonato por fuera del departamento de Antioquia fue en la ciudad de Santa Marta, en donde no logró los resultados que esperaba, pero sí alcanzó una gran experiencia que lo ayudarían a conseguir posiciones de privilegio en la segunda a carrera a nivel nacional que disputó.  

 

Fue creciendo física y deportivamente y su convocatoria a la Selección Antioquia no se hizo esperar. Luis Fernando sobresalía entre sus demás rivales y es que de ocho pruebas que se disputaban normalmente ganaba cinco y en las otras tres quedaba entre las tres primeras posiciones. Ganar era un sinónimo de Luis y con sus triunfos acaparaba la atención de deportistas grandes y chicos alrededor de Colombia.  

 

En el campeonato Interligas, que se disputa con representantes de los 32 departamentos del país, tuvo una excelente actuación y a la edad de 14 años, siendo categoría prejuvenil, lo invitaron a participar de la preselección Colombia por un cupo al campeonato mundial de patinaje en la ciudad de Ámsterdam, Holanda.  

 

Compitió durante cinco extenuantes jornadas, cada una daba puntos y clasificaciones al mundial, pero solo pasaban los mejores tres deportistas de todo el país y no logró obtener su cupo, pero sí una gran satisfacción, pues compitió con los mejores del país. Sus metas crecieron al igual que sus capacidades y su sed de victoria no había secado. Su próximo objetivo era clasificar al mundial que tendría como sede la ciudad de Cartagena, en su país natal, pero la tragedia estaba por llegar a su vida.  

 

Mientras entrenaba bicicleta por las rutas del municipio de Girardota, una mañana de un martes cálido, la movilidad vehicular estaba lenta y turba, lo que dificultaba el transitar de sus compañeros que también lo acompañaban en sus bicicletas. Pasaron por el reconocido peaje de Niquía y mientras esquivaban los carros una compañera que iba a su lado, perdió el equilibrio y por tratar de estabilizarse lo tumbó debajo de un camión cargado de arena que le terminaría pasando sus llantas traseras por la mitad de su abdomen. El silencio, el terror y el pánico predominaron.  

 

El tiempo avanzaba y cada segundo era determinante para Luis Fernando. Su vida corría peligro. Una costilla había perforado su pulmón izquierdo, la cadera se fracturó en tres pedazos, su muslo quedó destrozado, pero su mente seguía consciente, él no perdió el conocimiento y fue tanto el dolor que sentía en su cuerpo que lo terminó asimilando.  

 

Las sirenas de la ambulancia se acercaban con rapidez, por fortuna el accidente había sido cerca de la Clínica del Norte del municipio de Bello, pero la angustia y la zozobra que poseía a sus padres era avasallante. No podían imaginarse la vida sin la presencia de su hijo y oraban con fervor porque solo un milagro podría salvarlo.  

 

Lo subieron a la ambulancia y apenas entró a la clínica debió ser operado para contener la hemorragia interna provocada por la costilla. Luis tuvo que ser operado dos veces ese mismo día, pero era apenas el comienzo, pues para lograr recuperarse debía pasar otras siete veces por quirófano.  

 

La Unidad de Cuidados Intensivo (UCI) se convertiría en su habitación durante dos meses, pero eso no les importaba a sus padres, lo único que deseaban era que su hijo se recuperara completamente para que regresara a cumplir sus anhelados sueños en el deporte.  

 

Tras siete meses después de su penúltima operación, Luis Fernando comenzó a dar sus primeros pasos en su proceso de rehabilitarse a través de la fisioterapia, pero la varilla que aún permanecía en su columna le impedía que diera sus pasos de manera sincrónica, además de no poder apoyar por completo su pie derecho.  

 

Fue un arduo proceso en busca de equilibrar su peso, pero si algo ayudó a que su recuperación fuera más rápida y efectiva fue su mentalidad, un campeón de fortaleza mental, que día a día se demostraba y les demostraba a los otros de lo que era capaz a pesar de la adversidad. En ocasiones, fue él quien les dio apoyo y resiliencia a sus familiares.  

 

Después de un año y medio de recuperación, en donde resistió nueve cirugías, una pandemia y la ansiedad de saber si lograría rehabilitar su estado físico de manera exitosa; regresó a las pistas para seguir luchando por sus sueños, siendo consciente de que el camino sería largo, pero con la misma convicción que lo hizo superar la prueba más difícil que ha tenido a sus cortos 17 años de edad.  

 

Luis Fernando es un milagro y un campeón de la vida.  

 

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Creo que el deporte le cambia a uno la vida por completo porque lo hace a uno disciplinado. Todos los sacrificios que uno hace como deportista es para obtener unos resultados. 

 

Luis Fernando Guevara – Patinador de velocidad  

                                               Club Patinaje Orión 

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